Hice un drama, fue la primera vez que me pegó, en adelante, me pegaba por cualquier cosa, hubo mucha violencia física.

Ana de 52 años de edad, ama de casa y solo estudié la primaria. Siempre fuimos de un nivel socioeconómico bajo. Mi esposo era taxista, de nivel medio bajo, estudió y terminó la secundaria; él tenía solo 22 años de edad. Tuvimos 3 hijos.

En mi relación tuve múltiples noviazgos a lo largo de mi vida alrededor de unos 8 o 10 novios, todo dentro de una relación normal, pero un día tuve una relación de un día, debido a que un muchacho me insistió mucho para que salir conmigo y cuando le dije que sí, al otro día ya no volvió el chico.

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Todos mis noviazgos fueron de manita sudada, puesto que antes así se usaba, pues me iban a ver todos los días a casa. Mi papá nos educó de tal manera que las mujeres solo debíamos terminar la primaria y a los 18 años ya nos podíamos casar. Yo me casé a los 23 años y me sentía quedada.

La relación con la persona que me casé fue muy rara. Lo conocí en una fiesta, cumpleaños de mi hermana mayor. Ese día, él llevaba a su novia. En algún momento empezamos a platicar. Lo saqué a bailar y él aceptó. Nunca me preguntó si quería ser su novia, pero me di cuenta que terminó con su chava esa noche.

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Algunos días después empezamos a tener relaciones, fue muy pronto. Mi papá me dijo que nos fuéramos a Toluca, pero mi “novio” me dijo que si me iba, no se casaría conmigo –yo como estaba muy urgida de casarme con él, con otro o con quien fuera, pues no me fui a Toluca. Entonces fue que entré a una cundina que en Guadalajara se llaman rifas, yo un número y él otro número. Cuando me tocó, por mis pantalones, fui a comprar mis muebles y le dije, ya tengo los muebles, me vienes a pedir mañana, y él pues, sorprendido porque nunca me dijo nos casamos, yo fui la que dije todo, hice todo y pues él muy cómodo...así fue como pasó.

En mi relación, tuve hijos con él, fueron cuatros embarazos, de los que nacieron tres hijos y un aborto. Cuando me casé salí embarazada, pero yo ya estaba pedida, ya me iba a casar. Recién me casé, hacíamos muchas cosas en común, yo siempre daba todo, yo trabajaba. A mi mamá, en ese entonces, le iba muy bien, tenía un negocio y me compraba mucha ropa, no me faltaba nada, pero él, no tenía ropa, por eso usé todo mi aguinaldo para comprarle lo que le faltaba. Siempre trabajaba y le daba todo a él.

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Yo era celosa, y él, muy poco tolerante; una vez hice drama y me puso una cachetada, esa fue la primera vez que me pegó, de ahí en adelante, me empezó a golpear por cualquier cosa, de todo y de nada...yo aguantaba todo, nació mi hijo y luego nació mi otra hija; empezamos a distanciarnos más porque él se portó muy mala onda en mi segundo embarazo.

En mi segundo embarazo tuve complicaciones, se me desprendió la placenta dos centímetros y me internaron un 28 de diciembre, me dieron de alta un 16 de abril. Todos esos meses él nunca me fue a ver, tampoco atendió a mi hijo mayor. Se lo quedó mi mamá, ella le dijo que ocupaba pañales y leche para el niño, le prometió llevar lo que necesitaba, hasta el día de hoy, nunca le llevó nada.

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Cuando me dieron de alta, mi mamá le pidió que fuera por mí, le acomodó mi ropa para que me la llevara ese día. A las diez de la mañana me dieron de alta, él llegó a las 3 de la tarde. Yo estaba en una silla esperándolo, llegó sin ropa...me tuvieron que prestar la bata y me salí del seguro descalza, sin calzones y sin brasier. Él trabajaba de chofer en una combi. En el parque revolución de Guadalajara, ahí donde está la estación, me dijo: bájate, yo voy a trabajar, y así me bajó, tal como salí del hospital.

Al año siguiente, volví a salir embarazada, traía un embarazo con sangrado, decidimos abortar, en eso si me apoyo mi pareja, pedimos un dinero prestado para poder pagar ese aborto. Después de todo lo que él me hacía, yo seguía ahí. En mi siguiente embarazo, él me golpeó mucho, por cualquier cosa, en ese tiempo, él andaba con alguien más, aunque ese no fue el motivo por lo cual lo dejé, sino que ya no aguantaba más. Lo corría cada vez que me pegaba, casi todos los días, pero él no se iba. Un día, me dijo, ahora sí, me iré, agarró su ropa, en ese momento yo sentí que me iba a morir, quería que se fuera, pero también lo quería detener, ya no sabía ni lo que quería.

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Desde entonces, y hasta ahorita, ya no nos hemos buscado. Tenemos un pasado, nuestros hijos, cuando tenemos que convivir de alguna manera, somos cordiales. Fue muy duro haberlo dejado, fue un dolor muy fuerte, pero fue para bien.

A mis 52 años ya no me siento en edad como para tener otra persona. Aunque principalmente no tuve más parejas por toda la mala experiencia y no quiero que nadie maltrate a mis hijos, aunque ellos me apoyaban para tener otra relación.

Mi enseñanza fue haber salido de donde estaba, de donde era pisoteada y no valorada, saqué a mis hijos adelante, no tuve que soportar ni un golpe más.