Hola, soy María, tengo 39 años. Mi nivel socio económico es bajo y mi ex esposo trabajaba de empleado en el gobierno municipal, él solo estudió la primaria, su familia vive bien económicamente hablando. En lo personal, siempre he trabajado de secretaria, solo estudié hasta primer semestre de preparatoria. Tuvimos un hijo.
Mi infancia siempre la consideré triste y solitaria, pues era una niña introvertida, yo sentía un vacío a pesar de que tenía la atención de los demás, pero yo no lo sentía; me refiero a mis padres y hermanos.
Mi relación con mi familia: en el caso de mi hermana menor, tuve conflictos porque todo le solapaban por ser la más chica, ella podía hacer, ella podía decir y los demás aguantarlos porque la reina mandaba. En lo que respecta a mi mamá, yo era muy apegada a ella, siempre bajo sus faldas; y con mi papá, como viajaba mucho, y era poco el tiempo que estaba con nosotros, era un amor más apegado al respeto y al cariño.
Mi primer noviazgo fue a los 25 años; fue muy raro porque ni siquiera me imaginé que la persona me buscara para una relación, era muy niña, muy infantil o tonta no sé cómo decirle. Porque no tenía experiencia. No sabía, no tenía ningún contacto con hombres, si me gustaban un montón, pero yo decir ¡ah bueno este yo me lo hago novio! ¡no!.
Mi relación con él empezó platicando, él se nos arrimó, estábamos un grupo de muchachas de las cuáles yo era la más grande de edad, yo tenía 25 y mis amigas 16 y 17 años. Él se puso a platicar conmigo, para esto ya lo habíamos visto que estaba tomado, nos dio miedo a todas y nos fuimos del lugar, en ese momento estábamos en una cancha. Después él nos siguió para pedirnos disculpas, porque se dio cuenta que nos había asustado con las acciones que había hecho y, ahí, comenzó la amistad.
A él lo tenían como una persona agresiva, mala, todo mundo le tenía miedo, pero era muy diferente a como lo pintaban. Mi relación con él al inicio fue diferente, no se dejaba mucho querer o apapachar, no estaba acostumbrado a sentir el amor de una familia o una persona.
Los problemas empezaron tiempo después, el problema fue porque me golpeó una vez. Yo siempre había escuchado que mi mamá decía que podíamos aguantar hambres, no tener lujos, pero golpes no, porque ellos no nos lo dieron, entonces, fue algo que se me quedó marcado; y en el momento que sucede pues ya no quise seguir.
De alguna manera me convenció, que ya no lo volvería a hacer, pero no tardó mucho en intentarlo otra vez, pero ya no lo pudo hacer porque fue cuando decidí correrlo de la casa.
Todo este problema, la primera vez que me golpeó, empezó por una tontería: él nos echó una morosita de galletas, estábamos acostados yo y el niño, él llega de la calle, yo creo que ya venía molesto, entonces yo le digo una mala palabra y él avienta una mesita y cae toda la morusa encima de nosotros. Yo la sentí porque estaba despierta, el niño siguió dormido. Yo le dije una mala palabra y ahí fue cuando pasó.
La mala palabra a la que me refiero es que, le dije hijo de tu pinche madre me llenaste de galleta, y me dijo ¿qué dijiste? y ahí fue cuando le vuelvo a repetir y se quitó el cinto que traía y me da tres golpes. Yo traté de meter las manos para que no me golpeara. Pero me alcanzó a golpear en la mano y en la espalda.
En ese momento, se me había acabado todo, porque teníamos prácticamente tres años de relación y un niño de dos años, entonces yo le pedí que se fuera, no quiso hacerlo. Me salí con el niño dormido en brazos, me quería ir pero sabía que si le decía a mi mamá o a alguno de mis hermanos el problema se iba hacer mucho más grande y no quería problemas ni para él ni para mí y mucho menos con las familias; entonces, me salí en ese momento con el niño a un parque y lloré y lloré, me regresé a la casa y me dijo que se iba a ir y le dije: está bien, pero no se fue.
Continuamos la relación como un mes y medio más. En este lapso de tiempo, se cortó un poco la comunicación entre ambos; de hecho, nunca fue muy comunicativo y pasaron los días normales.
Recuerdo que antes de casarnos sí era agresivo, lo volteaban a ver o casi de cualquier cosa se enojaba, pero conmigo no, conmigo era muy diferente a como era con la demás gente.
La segunda vez que me quiso pegar, sucedió así: ese día se va él a trabajar y no llega hasta el otro día en la mañana. En el momento que llegó, yo estaba haciendo desayuno para el niño entre 7 y 8 de la mañana. Como no había llegado a dormir mi molestia era bastante porque yo no sabía dónde estaba, no me mandaba ningún mensaje ni me respondía, él me decía que se quedaba a dormir con la mamá. Me pidió desayunar, yo con mucho coraje le preparé el desayuno, para esto, unos días antes una vecina me decía que la molestaba, pero yo creo que nada más era intriga de la señora, él siempre lo negó, pero ella siempre me decía cosas. Dos días antes la señora fue y me llenó la cabeza de humo, que él le decía cosas cuando venía de trabajar.
El detalle es que no coincidían en los tiempos, pero ella siempre dijo que sí y él siempre dijo que no. Entonces, mientras le servía el desayuno, no sé qué me dijo, que yo le dije: te voy a traer al esposo de la fulana para que te pongas al tiro con él, y me dice, tráemela, yo sí la quiero ver y eso a mí me molestó y le puse una cachetada y se levanta y me trata de dar una patada y no me alcanzó a dar, pero para esto el niño estaba desayunando, se da medio cuenta de la situación hasta sus escasos dos años, no creo que tenga el recuerdo pero, entonces ya no me gustó a mí porque ya estuvo el niño presente y vio un incidente entonces empiezo yo a sacar sus cosas a la calle, él se molesta mucho y se va a su casa.
Después de unos días, él regresó para arreglar las cosas pero le dije que no. Unos días después, se enfermó el niño porque era asmático y le llamé, le dije lo que pasaba y que necesitaba su presencia para que ayudara; me respondió que en tres días podía. Le insistí y comenté de la gravedad de la salud de mi niño, por fin acudió a la casa. Ese día lo ví lleno de chupetes en el cuello y entonces me di cuenta que ya tenía otra pareja. No sé si desde antes de separarnos, esa duda la sigo teniendo, él siempre lo negó.
Esta situación me dejó mucha experiencia, salí del mundo en el que yo creía que vivía con él, creía que vivía en un globo rosa y que no pasaba nada y que así era la vida. Cuando me separé, tuve que ver por mí, por mi hijo, entonces las cosas cambiaron totalmente, pero para bien.
Nunca había trabajado, pero tuve que hacerlo. Trabajé en un lugar donde bordan playeras, la muchacha era nueva aquí en Valle Dorado. Mis papás me apoyaron en mi decisión y con algo de dinero.